No llores

A ti también te apetece llorar de vez en cuando, ¿verdad? Espero que no sea muy a menudo.

 

Estamos tan acostumbrados a ignorar las emociones, que las palabras “No llores” nos salen automáticamente y lo vemos tan normal.

 

  • Lo podemos hacer desde la más profunda compasión y pena: “No llores cariño, no pasa nada” Pero la verdad es que si ha pasado. Está claro que ha pasado algo que ha provocado este llanto. ¿Y si le preguntamos, qué ha pasado? O si son muy pequeños, podemos explicárselo nosotros mismos con palabras: “Ya he visto que te has caído, te debes haber hecho mucho daño”. Y si lo acompañamos de un súper abrazo, ya es maravilloso.
  • También a veces nos domina la ira y el “No llores” viene acompañado de una voz alta y enfadada: “No llores, eso que has hecho está muy mal”. Y seguramente lo está, pero, ¿estamos seguros que esa es la mejor forma de explicárselo? Tal vez estaría más receptivo y escucharía más si se lo dijéramos desde la calma: “Eso que has hecho puede provocarte daño y además si se rompe, nos vamos a quedar sin y tendremos que comprar otro, no me gusta. Coge esto otro para jugar”. Y además, le damos una alternativa, genial.

Hay muchas formas de comunicarnos. Las emociones van a estar ahí, si o si, por que no depende de nosotros ni de ellos. Darles nombre es el primer paso para una buena gestión emocional.

 

¿Qué tiene de malo llorar?

 

Empecemos por validar las emociones de nuestros peques para que ellos les sepan poner nombre y si necesitan llorar, adelante. Sea pena, enfado, decepción, dolor… El llanto aparece con una función muy clara, ayudarnos a liberar emociones para, posteriormente, sentirnos mejor.

 

El psicólogo Ad Vingerhoets, de la universidad Tilburg, en Holanda, realizó un test a un grupo de personas que habían visto dos películas muy emotivas. Lo llenaron a los 20 minutos y las dos horas.

 

Los resultados fueron clarísimos. Los que habían llorado, habían mejorado su estado de psíquico, en cambio, los que no lloraron, su estado de ánimo seguía siendo el mismo sin ninguna mejoría.

 

Nuestra principal tarea con los peques es ayudarles a ser felices. Si llorar les ayuda en un momento determinado, ahí estamos para acompañarles en ese llanto.

 

Hagámoslo: “Llora cariño, seguro que así te sientes mejor”.

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