No me felicites. Actúa.

            Un 8 de marzo de hace algunos años, cuando yo trabajaba en un colegio, casi todos mis compañeros (que normativamente incluye compañeras), se vistieron con camisetas moradas y bajaron al patio a hacer lo que quisieron llamar homenaje a las mujeres, aunque obviamente no a todas, porque yo no estaba incluida en ese tipo de mujeres.

            Durante toda esa semana, el colegio se llenó de fotografías de mujeres, actividades relacionadas con ellas, canciones y algunas otras cosas.

            Yo miraba atentamente las fotografías de esas mujeres y, una vez estudiada su historia, me daba cuenta que no habían tenido ningún colectivo detrás. Habían luchado por sus intereses, en contra de las injusticias sufridas a costa de todo y con un par de… ovarios. Es posible que tuvieran ayuda, si, de alguna persona de su alrededor, hombre o mujer, pero, en general, en su gran mayoría, no había ningún colectivo apoyando nada.

            Cuando bajé al patio y vi a mi compañera, me quedé perpleja. Ella era maestra desde siempre, empezó a trabajar bien joven. Nos decía que teníamos mucha suerte por cogernos bajas antes de dar a luz y poder tener 4 meses tras ser madres, porque ella había trabajado hasta el último día y con muy poco tiempo para estar con sus hijas. Su marido tenía un cargo alto por aquella época, su solvencia económica no era ningún problema. No me atrevía a decirle que fue su decisión dejar a sus bebés con su madre/guardería y priorizar el trabajo. Le tenía mucho aprecio.

            También recordé aquella conversación con ella en la que me decía que su marido no hacía nada en casa y cuando ella llegaba del trabajo acababa agotada con todas las tareas del hogar y atendiendo a sus hijas.

            Por eso no entendía nada. Parecía que se sentía muy fuerte con esa camiseta morada y que estaba aportando algo a la sociedad.

 

            Si os digo la verdad, mi cabeza no logra entender que muchas de esas mujeres que salen hoy, día 8 de marzo, a la calle, hayan sido madres. Muchas han dejado de trabajar para criar a sus hijos, la mayoría porque daban pecho y claro, el pecho no lo puede dar el papá. Otras han vuelto a trabajar dejando a sus hijos al cuidado de otras personas/Estado sin querer realmente hacerlo, pero sintiendo que era lo que había que hacer, supongo.

            ¿Cómo puede ser que la gran mayoría de la sociedad siga saliendo a la calle para “luchar” por una igualdad que no existe (y Dios no quiera que la Ciencia lo permita)?

            A mí me da igual si es el padre quien cuida de sus hijos, pero por Dios, abramos los ojos y prioricemos de una vez por todas a la familia.

            Que cuando nuestros bebés nacen, no necesitan guarderías ni abuelas, necesitan a sus padres (o si queréis, a sus madres).

 

  • Ojalá la sociedad deje de confundir injusticia con igualdad.
  • Ojalá la sociedad aprenda a luchar en su día a día, como esas mujeres que tuvieron mínimos apoyos.
  • Ojalá respetemos a la mujer como lo que es de forma natural, la casa de un bebé cuando nace y crece durante sus primeros años.
  • Ojalá esas mujeres que deciden amamantar, sigan haciéndolo hasta que sientan y no hasta que su presión social les permite.

 

  • Lo que cambiará la sociedad es que nos ocupemos de estar con nuestros hijos y les transmitamos valores humanos, la justicia, la lucha y el respeto.
  • Lo que cambiará la sociedad es que alcemos la voz en grito cuando nos dicen que van a abrir los colegios en vacaciones y cada vez más temprano en edad de forma gratuita.

 

            Cada uno de nosotros tiene más poder del que imagináis. Quéjate a tu jefe, no permites que abusen de ti, deja el trabajo si te faltan al respeto. Si todos lo hicieran, todo cambiaría. No me sirve el “no puedo dejarlo”, “tengo miedo”, “no me lo puedo permitir”. Todos decidimos y priorizamos. Siempre hay opciones y salidas.

 

            No me felicites, por Dios. Actúa, lucha.

2 comentarios de “No me felicites. Actúa.

  1. Ellie dice:

    Estoy de acuerdo con cada palabra, ¡y no podría haberlo dicho mejor! Estoy con ustedes en este grupo de mujeres, y tampoco necesito agradecimientos ni felicitaciones. ¡Lo hacemos, luchamos, todos los días, contra viento y marea, por lo que es mejor para nuestros bebés, para criar adultos con pensamiento crítico, responsables y solidarios, que hacen cambios en el mundo en el que vivimos ahora mismo!

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