Frozen

              Cuando hoy he entrado en el salón de actos para ver una peli con 120 niños, he pensado que era un momento perfecto para corregir cuadernos retrasados. Dos horas para que ellos disfruten y yo poder aprovechar. Lo que no me imaginaba es que me iba a enganchar y no iba a poder corregir demasiado.

                Me he dado cuenta de muchas cosas con esa película, y por ello quiero hacerle una mención especial para quien tenga niños a su alrededor.

 

                Me ha gustado la película tanto que estoy planteándome si se convierte en una de mis preferidas… He llegado a pensar que soy Ana, de verdad.

 

                En primer lugar, destacar la importancia de la familia que le dan. Al inicio con los padres, y más tarde la unión de las dos hermanas. Un valor que no suele aparecer en las otras películas de princesas. Como Ana quiere estar con Elsa, como Elsa, por protegerla, es capaz de no estar a su lado y alejarse por su propio bien.

                La amistad aparece con Sven y Christoph… incondicionales amigos que se acompañan en todas las aventuras.

                Hans. Ese príncipe idóneo que engaña con su apariencia. Esa persona que creemos puede ser ideal, y se convierte en el peor daño. Tal vez nos sirva para decirles a nuestros niños que las apariencias engañan y que no todo es como parece. Así como que es importante conocer bien a una persona antes de juzgarla.

                Y ese amor de amistad que se transforma en amor de pareja entre Ana y Christoph… Que no es a primera vista, que se aman sin siquiera saberlo… precioso.

 

                Reconocer el error de la familia en ocultar la realidad. Algo que los padres suelen hacer por no querer aceptar las dificultades o errores de sus hijos. Como podemos ver en la película, lo único que tenía que hacer Elsa era aprender a manejar sus poderes. Aprender a manejar algo que parecía negativo y espantoso. Crece sola, triste y sin saber qué hacer. Por fin, aprende a emplear sus características y es feliz.

                Aceptemos a nuestros niños con sus puntos fuertes y sus puntos débiles y enseñémosles a, en primer lugar, aceptarse, y en segundo, desenvolverse con todo ello. Tapar la realidad no soluciona el problema, sino que lo acrecienta. Posponer tratarlo no ayuda. El aprendizaje se realiza cuando nos exponemos ante las dificultades.

 

                Pero la verdad, lo que más me ha impresionado es el aprendizaje tan banal… de que el amor descongela.

                Si. El amor descongela. Y no solo el amor entre una pareja, si no el amor incondicional que pueden profesarse dos amigos, dos familiares o dos personas sin apenas relación.

 

                Creo que esta película debe enseñarnos a ver el amor como algo realmente importante y que puede mover montañas, cambiar el mundo y darnos la felicidad. Ese amor que es sacrificio, el que trata de cuidar al otro y anteponer sus necesidades a las propias.

                Descongelar corazones, dando un abrazo a un hermano… me ha calado hondo cuando el amor verdadero de la película no era entre Ana y Hans, tampoco entre Ana y Christoph… si no entre Ana y Elsa, su hermana. Un gesto de amor verdadero que no es más que poner por delante la vida del otro.

 

                Destacar el gesto de Ana salvando a Christoph… Muy acostumbrados estamos a ver a los hombres salvar a las mujeres de peligrosos momentos. Me ha gustado ver, y saber, que las mujeres también podemos salvar a un hombre de caer en el precipicio, cualquiera que sea.

                Ese Christoph trabajador, y no elegante, que se queda con la chica. Ese mito de príncipes y princesas destronado. Porque finalmente, el amor se basa en la persona que mejor te cuida, trata y se preocupa por ti. Sin necesidad que sea príncipe o princesa. Sin más. Dos personas que se aman y que han vivido mil aventuras, y que a pesar de las adversidades, siguen juntos y felices porque se quieren.

 

                Sinceramente, os recomiendo dar una lectura amplia a esta película y que mostréis a vuestros pequeños todo lo que en ella hay. Mucho más en el fondo de lo que a primera vista parece. Algo que los niños ven y que a nosotros nos cuesta más.

 

                Eduquemos a “Ana’s” luchadoras que persiguen sus sueños hasta encontrarlos. Que cuidan de los suyos hasta el final y que persisten en sus objetivos, que son fuertes, valientes y arriesgan. Eduquemos a “Christoph’s” trabajadores, honestos y sinceros, que tratan con cariño a los suyos y salen en su búsqueda cuando les necesitan. Eduquemos a “Elsa’s” que aprendan que el amor es capaz de descongelar cualquier problema y dificultad, que lo usen para la felicidad de los de su alrededor y que prioricen el bien de los suyos al suyo propio.

                Y no nos dejemos engañar… todos somos Ana, Christoph y Elsa.

 

                La verdad que esta película me daría para escribir muchísimo más. Pero primero tendré que verla de nuevo… Así que nada, espero que os sirva de algo este análisis y que podáis verla con otros ojos.

Un comentario de “Frozen

  1. Javi dice:

    Me encanta este blog de verdad, hay veces que me siento muy identificado y la verdad es que me hace pensar y recapacitar mas en el dia a dia, sigue asi Ana y regalanos tus vivencias para asi nosotros dejarnos llevar en éste mundo lleno de tanta fantasia y en el que de un modo u otro nos sentimos un poco protagonistas.

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